Las reglas son las que hacen que la vida relajada sea posible, los niños aprenden a vivir considerando el entorno.
Se dice que los problemas de consorcios han creado manuales de procedimientos con incontables hojas que generan una suerte de astucia de cada vecino por vulnerarlos.
En cambio, en los barrios privados, las reglas son un resultado de la convivencia, de objetivos comunes.
Mientras en los abigarrados edificios de la ciudad el individualismo es consecuencia de la vida apresurada, en el barrio cerrado aparece la situación inversa: compartir, tener tiempo para los vecinos, no es un evento social, meramente, es un propósito que sostiene los privilegios de todos y cada uno; que protege de los eventuales, el valor de la inversión, el medio ambiente, la calidad de vida, el cuidado de los niños, la oferta de entretenimiento para los jóvenes y el crear el sentido de comunidad; valores que es común compartir en barrios cerrados.
Volver a crear la conciencia de que tenemos la responsabilidad sobre el entorno, y que el entorno nos entrega momentos, juegos, entretenimiento y tranquilidad es uno de los mejores efectos colaterales de vivir en un barrio cerrado.
Cuando se habla de reglas de barrios cerrados parece referirse a un sistema rígido que usualmente tiene que ver con seguridad, control de accesos, o convivencia con personal de vigilancia, pero es más un proceso que implica normar gastos, mantenimiento de las características de los terrenos, implementación de ayudas entre vecinos, a la vez que establecimiento de límites explícitos para mantener la necesaria privacidad.
Desde hace años, que la elección de la vida en Country significa reglas que tiene que ver con la comunidad: competencias intercountry de Golf, torneos de Tenis, aportes para manutención en centros educativos, universidades, bibliotecas, invitación a personalidades importantes; en otras palabras vecinos que comprometidos con la forma de vida, transmiten a sus hijos valores de comunidad y sentido de responsabilidad sobre el entorno social y natural.
Esta son las reglas de barrios cerrados sobre las que nos trasmiten desde la inmobiliaria Mazzei, que comercializa propiedades en barrios que están desarrollando en Cannning, Ezeiza, con las ventajas de la tecnología, a pocos kilómetros de capital federal.
El factor del aumento de propuestas urbanas de barrios cerrados es un intento de cambiar la experiencia de inexistente relación humana entre vecinos, prácticamente ausente en las grandes ciudades, que instala un sentido de indiferencia con el entorno.
La tipología urbana de los nuevos emprendimientos cuenta con la influencia de modelos de vida en relación con el entorno que se vuelve cada vez más difícil en la ciudad.
En los barrios cerrados se desea volver a la vida que toda una generación ha vivido en épocas donde la tecnología no estaba tan desarrollada, pero tampoco la seguridad era una problema que preocupara a la sociedad en los niveles que se viven en la actualidad, situación que no es solamente local, sino una preocupación en el mundo.
Sin dejar de lado las tendencias que prefieren los jóvenes, emprendimientos como el Country San Eliseo, en San Vicente, cuenta con características de las que se reciben muchas consultas en las inmobiliarias, desarrollado con propósitos particulares que tiene en cuenta especialmente a la juventud, bar, centro de fitness, sala de masajes, salón de belleza y estética; lugar y actividades de convocatoria de jóvenes que incluye campo de prácticas para equitación.
Este country, nos comentan desde la inmobiliaria Mazzei, es prácticamente un Resort vacacional, las reglas son relajarse y disfrutar.
Cartón resistente, una idea de un diseñador chino que promete ingresar en el mercado de decoración de interiores, industria del mueble y otras opciones.
La burbuja inmobiliaria provoca efectos secundarios, cualquiera con una propiedad arma un sitio para atendión turística sin tener la menor idea de cómo se lleva adelante un servicio de hotel.